Educación y movimientos sociales: fuentes para una visión retrospectiva del desarrollo en México
DOI:
https://doi.org/10.29351/mcyu.v3i4.588Resumo
Desde hace algunos años, mi actividad profesional ha estado vinculada con la exploración, consulta, sistematización y manejo digitalizado de algunos de los vastos acervos documentales que resguarda el Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública. Actualmente mi interés está centrado en conocer y reconstruir, en retrospectiva, el trayecto y el impacto de la federalización de la educación pública del siglo XX en la identidad étnica y el manejo directo del medio ambiente en las localidades indígenas y campesinas, particularmente en el estado de Oaxaca, a raíz de que la conformación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) mostró al país que el movimiento social de descontento ciudadano en 2006 tiene antecedentes que arrancan con la gestación del nuevo autoritarismo de cuño liberal basado en la difusión, promoción e imposición institucional de la ideología de la “civilización”, “mejoramiento”, “desenvolvimiento” y “desarrollo” de la población mediante políticas centrales y centralizadas en el Estado y la empresa industrial capitalista. En la imposición institucional del castellano y el rechazo a la propia lengua -que poco a poco debilitó los “usos y costumbres” de las culturas ancestrales- la educación pública, el maestro y la escuela rural jugaron un papel que tendrá que revalorar la historia de la educación, pero sobre todo la práctica crítica del magisterio oaxaqueño de la sección XXII del SNTE.
En sociedades alfabetizadas, una preocupación constante de autoridades, investigadores y usuarios debe ser velar por la conservación y difusión de la memoria histórica plasmada en las fuentes documentales. Pero hay que tener presente que, a diferencia de las sociedades orales y de tradición, donde la ritualidad y la palabra renuevan la inherente historicidad de los pueblos en relación con la renovación y recreación de identidades comunes y solidarias; en las sociedades complejas democrático representativas, estructuradas sobre la desigualdad económica y la inequidad laboral, la memoria histórica necesariamente tiene que asumir y explicar la negación de los procesos de identidad social y solidaria, a menos que éstos sean construcciones meramente ideológicas en la tesitura del deber ser y los sistemas de derecho en las democracias complejas. En la visión retrospectiva de la historia de nuestro país, la emergencia, desarrollo y madurez de la democracia representativa deben asumirse como uno de los resultados del autoritarismo institucional del siglo XX y la proporcional erosión de los espacios socialmente colectivos, políticamente autónomos y culturalmente solidarios de los pueblos.
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